Por Farid Herrera Ismail Ingeniero Civil Industrial
“Colipatos piden chicha y chancho. Hicieron mitín frente a la calle Phillips” titulaba la portada del diario El Clarín el 24 de abril de 1973, frente a la primera manifestación pública en la Plaza de Armas de Santiago dónde 12 travestis iniciaron una protesta por los derechos homosexuales, la prensa de la época clasificó de “sodomitas”, “locas”, “anormales” y “maricones”. La revista VEA afirmó que “estaban vestidos de manera estrafalaria, comenzaron a lanzar gritos y a bailar, con movimientos feminoides y chocantes” . Esta noticia, nos hizo pensar en el espantoso prejuicio que todavía pende sobre la comunidad LGBTIQ.
Cada 28 de junio se conmemora el “Día Internacional del Orgullo LGBTIQ”. A raíz de los disturbios ocurridos en 1969 en el local nocturno de Nueva York “Stonewall Inn”, donde, una redada policial evidenció la discriminación contra homosexuales, transgéneros y personas racializadas (afrodescendientes). Probando lo que debía soportar la comunidad LGBTIQ en una sociedad que les obligaba a vivir como forajidos y en total secreto, ya que consideraban que cometía “un crimen contra la naturaleza”.
Las protestas de días posteriores iniciaron una lucha que continúa, a pesar de que el escenario actual ha cambiado, lo vivido en esos años no se aleja de nuestra realidad. Hoy en día 69 países condenan las relaciones entre personas del mismo sexo, y en solo 28 existe el matrimonio igualitario, como indica la última actualización del informe “Homofobia de Estado” que elabora la asociación internacional ILGA. Sin olvidar que sólo en Junio del 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS), eliminó la transexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) y sólo en 1990 la homosexualidad fue eliminada de esta lista.
Solo en 2020, Chile registró un aumento del 14,7% en denuncias por homofobia y transfobia, cifra preocupante que demuestra un alza en la discriminación, por parte de opositores a la libertad. El año 2019 se promulgó la Ley de Identidad de Género, que establece como un derecho el reconocimiento de las personas con una identidad de género diversa, mientras se sigue discutiendo sobre la ley de adopción homoparental y el matrimonio igualitario, cómo si la orientación sexual o género fueran un atributos para estratificar ciudadanos, privando de derechos fundamentales a algunos, solo por paradigmas sociales obsoletos. Y por último la Ley Zamudio, promulgada el 2012, a raíz del asesinato de Daniel Zamudio a manos de un grupo neonazi, que instaura, un mecanismo judicial que permite restablecer eficazmente el imperio del derecho toda vez que se cometa un acto de discriminación arbitraria, estableciendo un procedimiento judicial y medidas sancionatorias en caso de comisión de un acto de ese tipo, según su primer artículo. Se ha avanzado, pero en un lugar donde aumenta la violencia, hasta qué punto estas medidas nos ayudan a erradicarla.
¿Cómo podemos avanzar en estas materias? Creando políticas que aseguren el bienestar de la comunidad LGBTIQ en su integridad, desde el año 1991 en Chile se inició la implementación de la perspectiva de género en políticas públicas de forma gradual e interrumpida. El enfoque de género ha servido para la creación de políticas en contra de la violencia que se ejerce hacia mujeres y niñas, desde distintos ámbitos. La inclusión de la “diversidad” en estas materias permitirá la creación de políticas desde un conocimiento íntegro del ser humano. En 2018 se lanza la campaña “Acuerdo por la Igualdad” donde se busca impulsar los acuerdos internacionales que comprometió Chile para promover y defender los derechos de la comunidad y este nace del Acuerdo de Solución Amistosa que el Estado de Chile y el Movilh firmaron en 2016 ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para promover políticas públicas demandadas por la comunidad LGBTIQ.
Finalmente conmemoramos este “Orgullo” para fijar metas que permitan asegurar la igualdad de oportunidades y condiciones para la comunidad LGBTIQ. Mediante políticas, que generen consecuencias positivas para todos y todas y que realicen un cambio sostenible en el tiempo, ya que la “buena voluntad” no ha servido hasta hoy. La homosexualidad no es sólo lo que caricaturizan los medios, este mes no es una oportunidad comercial o de marketing para empresas u otras organizaciones. Hoy tenemos que recordar a una comunidad marginada, que sigue luchando por los derechos de todos y todas, no de unos pocos.