Autor: Hans Fernández Navarro, Doctor en Geografía, Pontificia Universidad Católica de Chile
Foto de portada: Glaciar de roca “Arriero 2” ubicado en la cabecera del estero Chilón, Región de Valparaíso.
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Difícil es pensar que en pleno siglo XXI aún se realicen expediciones para explorar los rincones de los Andes. Pero algo así se ha llevado a cabo en los últimos años en la cordillera de la región de Valparaíso. Específicamente en la comuna de Putaendo. Comuna desconocida para muchos. Incluso para mí en un determinado momento. Putaendo a partir de su municipio y los movimientos sociales han llevado a cabo al menos tres inéditas expediciones científicas para identificar, registrar y monitorear la existencia de glaciares de roca en su cordillera. Pero ¿qué es un glaciar de roca?
Aunque son poco conocidos, los glaciares de roca son una de las expresiones más comunes y llamativas del paisaje de alta montaña. Se caracterizan por tener una morfología particular. Generalmente tienen un aspecto parecido a una lengua que se encuentra reptando pendiente abajo. Su superficie la componen crestas y surcos rocosos que son provocados por la deformación de la reptación. Y tal como dice su nombre, la composición de estos glaciares es de roca y hielo. El hielo puede estar presente como cuerpos masivos o como un cemento que une los distintos fragmentos de roca, generando así una masa coherente.
Existen debates respecto a la proporción hielo/roca de los glaciares rocosos. Algunos estudios han señalado que el volumen de hielo interno de los glaciares de roca de Chile central podría variar entre 70 a 90%. Otros trabajos desestiman este valor e indican que los glaciares de roca tienen un volumen de hielo interno despreciable sólo entre 10 a 20%. Aquí no zanjamos el debate. Pero sí resaltaremos la importancia de conocerlos y valorarlos.
Lamentablemente una de las principales amenazas de los glaciares de roca en Chile ha sido la actividad minera. Se han conocido casos de intervención y eliminación de glaciares de roca por parte de compañías mineras. También se sabe que los glaciares de roca se han utilizado como lugar para depositar material estéril.
Hace algunos años dos mineras han mostrado interés en extraer recursos de la cordillera de Putaendo. Por un lado, Vizcachitas Holding ha comenzado trabajos de exploración en la parte media de la cuenca (~2000 msnm), mientras TECK ha iniciado estudios en la parte alta (~4000 msnm).
Cuando la Municipalidad de Putaendo y la comunidad se enteraron del interés minero, consideraron inminente conocer, entender y divulgar qué tipo de recursos existían en la cordillera. Cordillera inexplorada. Poco conocida hasta entonces.
El origen de las aguas
El año 2015, cuando comenzaba mi maestría, el Dr. Francisco Ferrando del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile, me comentó que había una comuna sin glaciares blancos pero que contaba con una notable población de glaciares de roca. Quedé intrigado y comencé las averiguaciones. Lo primero que encontré fue información contradictoria.
Primero me topé con un estudio que advertía sobre el aumento del caudal de verano del río Putaendo entre 1950 y el 2000. Este aumento del caudal estaba asociado al calentamiento del aire y al proceso de retirada de los glaciares de Chile central. Sin embargo, al chequear los documentos oficiales me percaté que el Plan de Desarrollo Comunal aseguraba que Putaendo carecía de glaciares. A pesar de aquello, mientras hablaba con la gente de la comuna, me enteraba de que Putaendo era la única comuna cordillerana de la región de Valparaíso donde el agua de su río no había mermado de forma importante en el contexto de mega sequía. Algo no cuadraba.
A su vez, varios estudios e informes gubernamentales señalan una alta población de glaciares de roca en la cordillera de la región de Valparaíso. Casi ninguno de esos informes hacía referencia directa al caso de Putaendo. Por este motivo decidimos chequear minuciosamente la cuenca a través de imágenes satelitales. La metodología de chequeo fue básicamente a través de la morfología de los glaciares de roca que comentamos más arriba. También se utilizaron parámetros topográficos y altitudinales. Para nuestra sorpresa, esta cuenca sin glaciares blancos contaba con más de 130 glaciares de roca activos.
Tras tomar conocimiento de la abundancia de estos desconocidos glaciares de roca, el Municipio de Putaendo y las organizaciones sociales tomaron la inusual decisión de financiar una expedición científica el año 2016.
Tres expediciones de reconocimiento
El año 2016 se realizó la primera expedición de reconocimiento de glaciares de roca en Putaendo. A pesar de nuestras intenciones de obtener los primeros registros, la maciza montaña nos cerró el paso y fracasamos en nuestra intención. Sin embargo, la instancia sirvió para conocernos entre arrieros, representantes municipales e investigadores.
La segunda expedición se llevó a cabo el año 2018. En dicha ocasión todos estábamos más preparados. Y el objetivo era claro: registrar la existencia de glaciares de roca en una zona de interés minero: El valle del estero Chilón. El estero Chilón nace justo en la triple frontera de las regiones de Valparaíso, Coquimbo y la república de Argentina. Es tributario del río Rocín, el que a su vez alimenta al río Putaendo.
La cordillera de Putaendo tiene la gracia de ser una cordillera sin grandes intervenciones humanas. Esto se evidencia cuando a los ~2000 msnm se logra ver tropillas de 30 o 40 guanacos. Sedimentos de antiguas lagunas de origen glacial y morrenas (o depósitos glaciales) también aparecieron en nuestro camino. Pero no todos los hallazgos fueron de origen natural. En el trayecto nos encontramos con las instalaciones de la minera Vizcachitas. Esta minera ha comenzado hace algunos años a realizar sondeos en valle y a construir caminos a través de los cerros. La intervención en el paisaje no pasa para nada desapercibida. Tampoco pasa desapercibida la actividad de la montaña en periodo de cambio climático. Flujos de escombros y registro de aluviones recientes son parte de lo que encontramos en esa estrecha sección del valle, donde cualquier intervención humana o dinámica de montaña puede afectar el cauce del río.
Sobre los 3000 msnm los valles se ensanchan y toman la típica forma de “U”, propia del trabajo de los glaciares. Desde esa altitud y ya próximos a la frontera, nos adentramos hacia el estero Chilón por escarpadas laderas cubiertas por acarreos. Cualquier movimiento en falso por esas laderas hubiese significado una caída de al menos 100 m hacia el lecho del río. Mi postura era de constante alerta.
Tras 4 a 5 horas de cabalgata llegamos al fondo del valle y nos deleitamos con un paisaje pocas veces visto. Picos sobre los ~4300 msnm que forman un anfiteatro y que brindan las condiciones necesarias para la existencia de cuatro preciosos glaciares de roca. Extensas lagunas y humedales altoandinos también son parte del paisaje que nos recibió. Habíamos logrado el objetivo de encontrar, en parte, el origen de las aguas de Putaendo. Indudablemente la situación nos llenaba de satisfacción. Fotografiamos el área y tomamos algunas descripciones básicas. Hicimos también un catastro en el que, desde las fauces de los glaciares de roca emanaban caudales estimados en unos 10 a 15 litros por segundo. Podría inclusive ser más. Acordamos bautizar a los glaciares de roca como “Arrieros”. Esto en reconocimiento y respecto a los habitantes de la cordillera. En esos momentos los arrieros ya eran considerados amigos.
Si bien no existían registros de esos glaciares. Si nos percatamos que empresas mineras ya habían hecho algunos sondajes en el área. Estacas repartidas por el valle nos hablaban de trabajos de sondaje y medición en una zona de apariencia prístina. Pero eso no era todo. Mi sorpresa fue mayor cuando al llegar a casa, observé a través de imágenes satelitales que uno de los glaciares (“Arriero 2”) tenía un camino en su superficie. Tal camino no se veía desde el valle.
Estudios han destacado que la construcción de caminos sobre glaciares de roca puede conllevar a la degradación del hielo bajo la cubierta de escombros, ya que esta cobertura rocosa funciona como un aislante del hielo respecto a la temperatura externa. Asimismo, cualquier intervención podría gatillar una desestabilización en la superficie del glaciar de roca. Por otra parte, generar caminos sobre un glaciar rocoso lo expone a una eventual contaminación por vertimiento de químicos. En fin, varias son las razones del por qué no debería realizarse un camino sobre un glaciar de roca. Incluso razones éticas.
El año 2019 volvimos a realizar una expedición a la cordillera de Putaendo. Esta vez al sector de Las Launas. El objetivo, al igual que en la expedición anterior, era registrar la existencia de glaciares de roca en el área. Antes de partir hacia la montaña, el encargado municipal y responsable de las expediciones, nos declaraba su intención de hacer una reserva natural. Para aquello había que realizar un levantamiento de información y evaluar la belleza paisajística de la zona. Con esos insumos se podría convencer a los entes estatales de apoyar la idea. Solo una declaración de reserva natural o parque podría proteger a la cordillera de Putaendo frente al interés minero.
En nuestra visita a Las Launas, la cordillera de Putaendo nos volvió a maravillar. Las características de aquella alta montaña se repetían. Glaciares de roca, lagunas y humedales altoandinos constituían un paisaje hermoso y muy poco estudiado. De fondo teníamos el monte Aconcagua y algunos basaltos columnares que evidenciaban antigua actividad volcánica. El paisaje cumplía todos los requisitos para convertirse en un atractivo turístico.
Cada una de las expediciones que se llevaron a cabo, culminaron en seminarios abiertos al público. Los seminarios realizados en las comunas cordilleranas de Putaendo y San Felipe buscaron transmitir los hallazgos de las expediciones hacia la comunidad y autoridades. Igualmente fueron una invitación para seguir explorando una montaña que conocemos poco pero que tiene mucho que contar. Para nuestra sorpresa cada uno de estos seminarios contó con un número importante de asistentes. Lo que demuestra que hay interés en lo que ocurre en la cordillera.
Una cordillera por conocer
La zona central de Chile ha sido indicada como una de las regiones del mundo con mayor población de glaciares de roca. Es justamente esta zona la que está siendo afectada por la mega sequía, el cambio climático y el avance de la industria minera en la cordillera. Preguntas como ¿cuál el origen de los glaciares de roca? ¿hace cuánto tiempo se formaron?¿a cuánto asciende su contenido de hielo? O ¿cuál es el aporte hídrico de estos glaciares a los ríos? son claves para orientar el desarrollo de una parte importante del país. De esta forma el conocimiento respecto a la cordillera y sus glaciares es fundamental para tomar decisiones territoriales integrales y coherentes con la realidad natural y social.
No solo en Putaendo, sino en todo Chile, sabemos muy poco de nuestra majestuosa y blanca montaña. Putaendo ha tomado la iniciativa de explorar la montaña a través de su gobierno local y su gente. Lo que es admirable. Hay que admitir que este afán de exploración obedece a la necesidad de encontrar argumentos razonables y válidos para defenderse de la minería. Pues hoy en Chile, al parecer, las comunidades no pueden decidir ellas mismas sobre el futuro de su territorio.
Este breve escrito busca dar cuenta de una cordillera casi intacta que hoy se encuentra amenazada. También pretende llamar la atención sobre expresiones de la criosfera de alta montaña que aún desconocemos. Durante el último mes se han aprobado más sondajes mineros de Vizcachitas en la sección media del río Putaendo. Un río que ya ha presentado problemas de reducción de su caudal debido a la mega sequía. La falta de agua ha afectado seriamente a agricultores y ganaderos. Y el escenario cercano no es para nada alentador, aun considerando las reservas hídricas que significan los glaciares de roca. La protección de los glaciares en Chile es un tema prioritario. La proyección en el tiempo de las secciones medias y bajas de los valles de Chile central dependen de los aportes hídricos que puedan hacer los glaciares.