Por Sebastián José Iturrieta Alfaro, Cientista Político Con mención en Relaciones Internacionales  Universidad Alberto Hurtado siturrie@alumnos.uahurtado.cl

Primera vez en la historia que Chile y nosotros cómo ciudadanos tenemos la posibilidad de correr el cerco, emparejar la cancha y legitimar la democracia con una nueva constitución. Sin duda será un proceso complejo y cuestionado, donde el contexto nacional y mundial sobre la pandemia profundiza aún más la complejidad de su desarrollo.

Muchos argumentan que el Pacto por la Paz es ilegítimo de raíz (que fue una cocina)  que desarticuló la revuelta del 18-O y desacreditando a escolares no permitiéndoles participar nuevamente en procesos de cambios nacionales. Pero ahí están las listas de independientes de toda índole, ahí están las propuestas sobre la mesa que se vienen escuchando hace mucho, ahí están los “nuevos rostros” que tanto demanda el electorado. Cierto, están los viejos rostros y agonizantes partidos políticos, pero también la posibilidad de correr el marco de lo posible y dar la lucha por tener unas reglas de juego constitucionales que permitan hacer las transformaciones, y no dejen estancado a un país que necesita urgente cambiar su convivencia.

Las elecciones municipales también juegan un rol importante ya que estas representan la descentralización multidimensional tanto de problemáticas cómo soluciones comunales. Putaendo una vez más, debido también a la poca capacidad de los candidatos de izquierda de poder hacer primarias o aunar criterios, nos propone un abanico inmenso de nombres pero con ideas muy similares, dejando a minorías políticas el acceso  a un gobierno local que mantiene un sentido de alerta ambiental patrimonial y social que necesita ser representada en todas y todos lo putaendinos, niños, jóvenes, adultos y personas mayores que sienten una identidad con su tierra.

Este contexto tendrá su finalización este domingo, donde sabremos quienes serán los encargados tanto de redactar nuestra carta magna y quienes gobernarán durante los próximos cuatro años. Aquí yace la importancia de tener un voto seguro eficiente consciente e informado.

El futuro alcalde o alcaldesa no debe ser populista ni personalista, ser independiente no asegura un buen gobierno y gestión, tampoco debe sentirse al margen de lo que realmente representa,  el cargo de gobernador, concejal, alcalde y constituyente son cargos políticos y muy posiblemente algunos sigan reproduciendo lógicas que hoy estamos reclamando, porque los procesos democráticos son lentos y burocráticos, si se juega este juego se debe entender. Creerse al margen de esta realidad sólo agudizará la crisis institucional, económica y social que nos mantiene un gobierno que se sentía al margen del quehacer político, ofreciendo una condición empresarial del Estado y del mercado.

Votar no es la única y la más efectiva forma de transformación social y es cierto que la política -y en realidad toda forma de institución social- hoy está en crisis. Pero, no por eso, deja de ser importante y justifica regalar ese espacio a quienes no piensan en modificar una coma de lo que les conviene.

Si quiere, organícese y proteste, pero vote. Se puede caminar y mascar chicle. Y si no le interesa organizarse ni protestar, vote, porque así moverá una sociedad entumecida y necrosante por la pandemia, el miedo y la apatía.