Como todos los Domingos publicamos una crónica hecha llegar a nuestro medio por, por Christian Rodrigo Nuñez La Rosa, Cronista y recopilador de Historias. para Putaendo Informa.

¿SABES PORQUE EL GATO CHINO MUEVE LA MANO?, Y LA ERRADURA ¿TIENE QUE VER CON EL DIABLO?, VAMOS DETRÁS DE LA SUERTE PERDIDA.

Los amuletos de la suerte han existido desde hace mucho tiempo, atraen la suerte, el amor, la protección y sabiduría, son solo algunos de los más utilizados, sin embargo, existen muchos más que se han popularizado en el mundo entero, traspasando fronteras, culturas y creencias, cobijando con su poder a quienes los poseen. Desde el gato Ca Chi Pun hasta la pata de conejo, pasando por la herradura o el mítico Ekeko, todos cumplen una función a través de la historia.

Uno de los más famosos amuletos y que vemos en muchos locales comerciales es un gato que mueve una de sus patas, pareciera que está jugando interminablemente al Ca Chi Pun, pero en realidad su movimiento obedece a otra cosa. Obviamente su nombre no es el del didáctico juego, El maneki neko, también conocido como gato de la suerte o gato de la fortuna, es una popular escultura japonesa que, según se dice, trae buena suerte a su dueño. La escultura representa a un gato, específicamente de la raza bobtail japonés, en una actitud de llamada y no saludando como la mayoría de la gente piensa, esto es porque los orientales no saludan con la mano en posición de flexión.

Puede verse frecuentemente en tiendas, restaurantes y en otros negocios. Suele ser un gato que levanta su pata izquierda invitando a la gente a entrar en los negocios y que lleva es mano derecha una moneda antigua japonesa, llamada koban, tiene por lo general, un collar con un cascabel que se cree ahuyenta los malos espíritus, elaborada a menudo en porcelana o cerámica, y también en plástico. En las versiones originales de porcelana, la pata solía estar siempre levantada, aunque en las nuevas versiones de plástico la pata suele moverse de arriba abajo. También la altura a la que la pata se alza puede variar de una escultura a otra. Se dice que, cuanto más alta sea esta, la llamada del gato atraerá a los clientes desde mayor distancia.

Maneki procede del verbo maneku  que en japonés significa “invitar a pasar” o “saludar”, y  Neko  significa “gato”. Juntos, literalmente significan “gato que invita a entrar”. Según la tradición japonesa, el mensaje que transmite el gato con el movimiento de su pata es el siguiente: “Entra, por favor. Eres bienvenido.

Hoy en día, existen miles de versiones del Maneki Neko, desde gatos altos, gorditos, de diversos colores, hasta alcancías.

La historia detrás de este gato sí que trajo la suerte de un hombre y de qué manera. Cuenta la leyenda que, durante el siglo XVII, en el período Edo, el templo Gotokuji era muy pobre y tenía serios problemas económicos. El monje que lo habitaba, que ya era un anciano, compartía la escasa comida que tenía con su gata, Tama.

Un día, un señor feudal, y hombre de gran fortuna, que se llamaba Ii Naokata, se sorprendió por una tormenta mientras cazaba. Este poderoso hombre se refugió en un árbol cerca del templo y, mientras esperaba a que cesara la tormenta, vio una gata de color blanco, negro y marrón que le hacía señas para que se acercara a la puerta del templo. El hombre quedó tan sorprendido, que dejó el refugio para acercarse a la gata y verla mejor, justo cuando cayó un rayó sobre el árbol que le había dado cobijo. Agradecido por haber salvado su vida, el hombre donó al templo campos de arroz y tierras de cultivo, financió las reparaciones del templo. Así que, gracias a la buena acción de la gata, el templo se hizo muy próspero.

La Herradura tiene una historia ligada al demonio. Bien es sabido que el Diablocuando se aburre mata mosca con la cola, y que le gusta tentar a los hombres santos con diferentes pruebas con las que descarrilarlos y sembrar el desconcierto en su ánimo.

La arraigada costumbre de colocar una herradura en la puerta como protección, tiene su origen en una antigua leyenda de un santo que al Diablole salió protestón y rebelde.

El protagonista es San Dunstán, de familia noble, le tocó vivir en la turbulenta Inglaterra del siglo X, llegó a ser ministro y consejero real además de una figura muy notable de su momento, Dunstánestando en la fragua en la que pasaba sus ratos de ocio fabricando objetos de lo más variopinto, en una oportunidad   entró el Diablo encarnado en bella muchacha que intentó seducirlo. Al no lograr su objetivo, el Diablorecobró su aspecto acostumbrado a lo que Dunstánreaccionó cogiendo unas tenazas al rojo vivo y lo atrapó por la nariz. Los gritos de dolor del Diablose escucharon en decenas de kilómetros a la redonda, acercándose muchos vecinos que fueron testigos de la hazaña, y en cuanto el santo lo soltó, huyó despavorido de la fragua. No en vano es el patrón de los orfebres y se le representa con unas tenazas en las manos.

Pero el cartero y el Diablosiempre llaman dos veces y al poco tiempo se presentó otra vez en la fragua, esta vez caracterizado en viajero y acompañado de un caballo, pidiendo al santo si podía herrar al animal. Dunstán observó que el viajero tenía pezuñas en vez de pies y le clavó a traición y con saña la herradura al Diabloque, aullando de dolor una vez más, le imploró al santo que se la quitara. Éste sólo accedió bajo juramentode que jamás entraría en una casa en la que hubiese colgada una herradura, dicen que, hasta el día de hoy, ha cumplido su promesa.

Dunstánse encargó de distribuir las primeras herraduras entre sus vecinos para que las colocaran en sus puertas y se popularizaron rápidamente ya que en el siglo X las casas sufrían muchos ataques de animales salvajes debido a la proximidad de los bosques, y muchas personas las colocaron en la creencia de que era el mismísimo Diabloquien les enviaba las bestias para atacarles.

Por otra parte, la fama de buena suerte de las herraduras proviene de esa misma época en la que si un caballero (el caballo, se entiende) perdía una y la encontraba alguien, ese alguien -que solía ser un pobre de solemnidad- tenía derecho a recibir una moneda de su dueño si se la rearmaba.

De ahí derivó en que el hecho de encontrarse una en el camino daba buena suerte, y si se colgaba en el propio hogar la buena fortuna alcanzaba a toda la familia.

Mientras que el cazador de sueños  tiene su origen en el pueblo nativo  en el norte de Estados Unidos en la década de los 60 y 70, su popularidad se extendió a otros pueblos originarios de la región, quienes comenzaron a realizar sus propias versiones.

Como su nombre lo indica, tiene como función filtrar los sueños. Se cuelga cerca de una cama o arriba de la cabecera para proteger especialmente a los niños de las pesadillas y los terrores nocturnos.

La pata de conejo es uno de los talismanes más populares alrededor del mundo, incluyendo Europa, China, África y América del Norte y del Sur. Según los historiadores existe desde el año 600 AC entre los pueblos celtas, que consideraban que todo el animal traía buena suerte, ya que como vivían en madrigueras bajo tierra estaban en comunicación directa con los dioses y los espíritus del inframundo. Obviamente que andar trayendo todo el animal colgando es un poco incómodo, por eso con tan solo una pata bastaría.

El Ekeko es una figura característica del altiplano andino, que recibe tributos en Bolivia, Perú, norte de Chile y Argentina, como también en el oriente de Venezuela, donde se lo conoce como Don Juan del Dinero. Según los historiadores, la leyenda comenzó en la cultura Tiahuanaco, Bolivia, y tras la conquista española fue adaptado por aimaras e incas.

Está asociado a la fertilidad, la buena suerte, la abundancia y alegría. Va cargado de morrales con alimentos y otros bienes, le falta una sandalia y se le tributan ofrendas, como dinero o prenderle un cigarrillo en la boca.

En lo personal me quedo con el gato, siempre tengo la oportunidad de entretenerme jugando al Ca Chi Pun, claro que el fin de semana cuando me mandan de compras estoy más cerca de parecer un Ekeko.

Y usted ¿tiene algún amuleto de la buena suerte?, ¿algún recuerdo familiar?

Nos vemos la próxima semana con otra crónica Dominical.